24 de mayo de 2013

INVASIÓN DE COMEJENES EN LA HABANA


Melodías para hechizar enanos


La indetenible plaga de unos comejenes que invadieron recientemente las paredes, techos, ventanas, puertas, muebles y toda madera que se le interpusiera, en un municipio de La Habana, debe cesar su ocupación intervencionista, abandonar las tablas o perecer bajo el humo y las palabras de un pueblo enardecido.

Aunque se supo que ante la denuncia formulada por un vecino, se movilizó una fuerza anti - comejenes que falló su primera escaramuza por falta de petróleo para arrancar las “bazucas”, tenemos fe en la constancia revolucionaria para evitar que le caiga comején al piano. Un ejemplo elocuente es la carta escrita por el presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, donde asegura lamentar no haber recibido la misiva anterior, y promete que accionarán en el área afectada por los invasores.

Pero los comejenes siguen ahí, aferrados como el Macao. Lo que nos obliga a pensar en un estudio minucioso de su comportamiento social, que abarque el nivel de reproducción, la integración revolucionaria, su participación en las actividades de masas y las pretensiones futuras en el seno de la comunidad. Pero como si eso fuera poco, compañeros, y en contraposición con nuestro sistema igualitario -en teoría-, están divididos en clases, lo que les permite practicar de forma descarada la explotación del comején por el comején. Y al igual que nuestros dirigentes -para colmo-, la reina y el rey viven diez años más que sus vasallos, alcanzando un tamaño físico y espiritual veinte mil veces mayor al de las trabajadoras.

Pero fíjense si tratan de confundir y copiarse de nuestro sistema, que las trabajadoras son las que construyen y abastecen el nido, cuidan los huevos, alimentan y asean a la clase privilegiada de esa cochambre insectil donde sí prima el verdadero diversionismo ideológico, el sálvese quien pueda, y la no menos mala teoría del consumismo para los de arriba y las restricciones para los de abajo. De cada exquisito bocado de cedro, algarroba, roble americano, y hasta de la vulgar pinotea que consumen a diario los reyes y los altos funcionarios comejénicos, los trabajadores prueban bien poco.

Para concluir:

Analizando que no hay petróleo para las bazucas de fumigación y que no queda insecticida en los almacenes -según un <<profundo>> estudio realizado por una comisión gubernamental y otros colaboradores-, proponemos lo siguiente:

1. Como el carnicero del barrio hace más de medio siglo que no usa el cuchillo; debemos adiestrarlo para que degüelle a los reyes en un ataque suicida, perpetrado a las sombras de un apagón. Inmolado el carnicero en esta acción patriótica, de inmediato se enviará a un escuadrón especial de vendedores ambulantes de caramelos y palitos de tendedera como combustibles, para que pesquen infraganti a los golosos funcionarios de segundo nivel que, sacados de la colonia por la gula, serán encerrados en un equipo de panes para la población y conservados como una muestra de nuestra eficacia.

2. Para eliminar a las trabajadoras y a los soldados comejénicos, bastará con anunciarles -respectivamente- que partirá una balsa de Jiquí rumbo norte y que -finalmente- se firmó la paz de una guerra nunca efectuada contra el ejército de hormigas que viven en la mampostería de las viviendas aledañas invadidas.

Si por culpa de las <<artimañas del Imperio>> no da resultado estas medidas para erradicar la invasión de comejenes, pasar de inmediato a la fase dos: botar las puertas, las ventanas y el inmobiliario de las viviendas. Y en el caso de que persista la ocupación, usar una tea incendiaria como remedio a todos los males.

Lo importante, estimados compatriotas, es que no le vaya a caer comején al piano del solista, donde suele tocar las más sublimes melodías para hechizar enanos.

Versión y edición libre basada en “Receta para matar el comején”
Movimiento Sindical Independiente de Cuba


Al vaivén de mi carreta - Guillermo Portabales


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