En días pasados me llegó un correo con la historia de una canción interpretada por Nino Bravo, ese valenciano que nos deleitó con sus composiciones y que aún hoy lo sigue haciendo a través de su corto legado discográfico. Recuerdo las veces que canté al unísono mientras lo escuchaba en “Nocturno”; un programa radial muy popular que hoy –por cierto- ni siquiera es la pantufla de aquel conducido por Juan Ramón González Ramos: la voz cubana de la Década Prodigiosa. Su voz aterciopelada inundaba las ondas hertzianas de Radio Progreso, sobre todo en aquellas noches de eternos apagones eléctricos, que a través de un radio ruso -marca Selena o quizá un VEF con baterías-, dejábamos pasar las horas entre canciones románticas y poemas, a la penumbra de un quinqué de queroseno que humeaba el alma y tiznaba el cielo.
Sin embargo, no de “Nocturno”, ni de Juan Ramón, mucho menos de aquellas noches apagadas, es que quiero referirme hoy; sino del Muro de Berlín. “¡¿Cómo?!” –saltarán muchos. Otros tal vez no, pues es posible que ya conozcan la historia que les vengo a contar, que para mí había sido ajena hasta hace unos pocos días. Del Muro de Berlín; del origen de una canción y de Peter Fechter, un joven alemán en busca de su libertad.
Fin del Muro de Berlín (1989)
El pasado 13 de agosto se cumplió cincuenta años de que comenzaron a levantar esa muralla que dividió las dos Alemania, la RFA y la RDA. El 09 de noviembre de 1989, el pueblo alemán traspasó y derribó el muro ante la impasividad de las autoridades de la RDA; dentro de poco se celebrarán veintidós años de ese significativo hecho que cambió el mundo. Durante la existencia de la opresiva fortificación, cuyo único objetivo fue impedir el escape a la libertad de miles de ciudadanos disconformes con el régimen comunista impuesto por la Unión Soviética, se contabilizaron unas 5000 fugas a Berlín Occidental, a pesar de todo y el muro.
Peter Fechter
El intento fallido más dramático fue el de Peter Fechter, un joven de 18 años, quien quiso cruzar junto a su compañero Helmunt Kulbeik, el cual si consiguió llegar al otro lado. Sin embargo, Fechter no corrió con la misma suerte y fue tiroteado sin compasión por los soldados de la RDA, dejándolo morir desangrado y a la vista de todos el 17 de agosto de 1962. Herido de muerte en la pelvis, cayó en la zona llamada “Tierra de nadie”, clamando de dolor y gritando por ayuda sin que nadie acudiera a socorrerlo. Una hora lenta y siniestra hacia la muerte.
Casi una década más tarde, Nino Bravo inmortalizó aquel trágico episodio cuando cantó: “…y tendido en el suelo se quedó sonriendo y sin hablar; sobre su pecho flores carmesí, brotaban sin cesar…”, un fragmento de la letra de uno de sus mayores éxitos: <<LIBRE>>; todo un canto a la libertad.
Soldado cargando el cuerpo sin vida
de Fechter
Siempre he pensado que detrás de una gran canción, existe una gran historia y esta, lamentablemente, demasiado triste. Ya, en mis labios, no la cantaré ligera ni sonriente como cuando la entonaba en la adolescencia. Ahora cada vez que la escuche, siempre recordaré a ese obrero que no pudo detener sus ansias de volar… ¡Hacia la libertad..., y le truncaron sus alas!
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