29 de junio de 2012

Los nacidos para la mala vida

SANDOKÁN

Un perro de la calle - La Habana. Cuba
(Contiene Slideshow y video)
Escrito original: José Luis Amieiro - Conexión cubana
Edición libre: Orlando Miguel
No es raro encontrar perros callejeros en Cuba. Cada vez hay más. Nuestro entrevistado vive en un montón de basura en Centro Habana. Es un perro sin casi pelo, de ojos caídos y mirada triste. Es el tipo de perro acostumbrado a luchar para ganarse el pan en medio de la jungla urbana, como buen cubano. No tiene nombre actualmente; pero algún día lo llamaron: SANDOKÁN.
Periodista: ¿Siempre fue un perro callejero?
SANDOKÁN: No, nací en una casa cerca de aquí. En la calle Industria, número 50. Allí viví hasta que tuve 5 años.
Periodista: ¿Y lo echaron a la calle?
SANDOKÁN.- No, yo me fui cuando la cosa se puso mala con el Período Especial.  Mis dueños  -un par de viejos-, se volvieron medio locos; se peleaban entre ellos por el pan, por el agua con azúcar… ¡Del carajo! No había comida pa’nadie. Antes del Período Especial; por lo menos me echaban mi pedazo de pan duro, la <<sobrita>> del almuerzo, mi pedacito de pellejo de pollo... Pero cuando llegó la crisis, se acabó todo… La dueña ni me miraba. El que me miraba como un loco, era el viejo. Le tenía miedo. Me decía bajito: Sandokán, estás gordito todavía. No me gustaba ni un poquito su burlita. Los nervios se me pusieron de punta. Casi no dormía y el pelo se me empezó a caer. Las encías se me hincharon y perdí en seis meses dos colmillos y un diente. Ladraba flojo y perdí 10 libras…
Periodista: Entonces, ¿se marchó?
SANDOKÁN.- ¡Qué va!, me tiré por el balcón. Un segundo piso directo a la calle. Caí encima de un basurero. El viejo me obligó. Yo estaba cogiendo fresco al lado de la puerta de la calle cuando el viejo venía a darme con una pata del televisor ruso de la sala, me golpeó por el lomo; pero el segundo golpe rebotó contra la pared y ahí me lancé por el balcón.
Periodista: ¿Por qué no lo atacó?
SANDOKÁN.- Usted está loco, ¡qué atacar ni que ocho cuartos! Yo era un perro de 140 libras, un San Bernardo joven y vigoroso antes de la hambruna; pero en esos momentos era sólo 25 libras de hueso y pellejo. Eso me salvó, oíste; porque como pesaba poco, al caer no me di muchos golpes. Entonces salí <<echando>>.
Periodista: Sandokán, nuestro veterinario le ha examinado concienzudamente y ha emitido un diagnóstico acerca de sus dolencias, aquí está:
<< Perro San Bernardo, con talla y peso correspondiente a un Chihuahua de 1 año de edad. Arcadas dentarias desnudas con gingivitis. Ojos con cataratas. Ciego casi totalmente. Pelambre débil y rala. Fracturas óseas mal consolidadas en las cuatro patas que le hacen parecer un garabato andante. Hemoglobina de 8 g/dl. Azúcar muy baja en sangre. Ladrido débil e ininteligible, como el maullido de un gato.
Desde el punto de vista psicológico, es un perro con un stress de “tres pares de cojones” que ha desencadenado una paranoia perruna que le ha convertido en un depredador urbano en potencia, aunque sin medios físicos para matar ni a una mosca. Su psiquis vapuleada por el hambre y las contingencias, es proclive a las alucinaciones visuales y auditivas, aunque priman las primeras: visualiza grandes bandejas con exquisitos manjares. No posee olfato, esto le impide tener alucinaciones olfativas.
A punto de cumplir los 16, parece tener 20 años más; pero sigue en la lucha por la supervivencia. Este es Sandokán, un perro de la calle. >> Los nacidos para la mala vida


Más de 20,000 perros vagabundos viven a la intemperie en Cuba,
amenazados por los automóviles y la violencia humana.


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