SANDOKÁN
Un perro de la
calle - La Habana. Cuba
(Contiene Slideshow y video)
Escrito original: José Luis Amieiro - Conexión cubana
Edición libre: Orlando Miguel
Edición libre: Orlando Miguel
No
es raro encontrar perros callejeros en Cuba. Cada vez hay más. Nuestro
entrevistado vive en un montón de basura en Centro Habana. Es un perro sin casi pelo, de ojos caídos y mirada triste. Es el tipo de perro acostumbrado a luchar
para ganarse el pan en medio de la jungla urbana, como buen cubano. No tiene
nombre actualmente; pero algún día lo llamaron: SANDOKÁN.
Periodista: ¿Siempre fue un perro callejero?
SANDOKÁN: No, nací en una casa cerca de aquí. En la calle Industria,
número 50. Allí viví hasta que tuve 5 años.
Periodista: ¿Y lo echaron a la calle?
SANDOKÁN.- No, yo me fui cuando la cosa se puso mala con el Período Especial. Mis dueños -un par de
viejos-, se volvieron medio locos; se peleaban entre ellos por el pan, por el
agua con azúcar… ¡Del carajo! No había comida pa’nadie. Antes del Período Especial; por lo menos me
echaban mi pedazo de pan duro, la <<sobrita>> del almuerzo, mi pedacito de pellejo de pollo... Pero
cuando llegó la crisis, se acabó todo… La dueña ni me miraba. El que me miraba
como un loco, era el viejo. Le tenía miedo. Me decía bajito: Sandokán,
estás gordito todavía. No me
gustaba ni un poquito su burlita. Los nervios se me pusieron de punta. Casi no
dormía y el pelo se me empezó a caer. Las encías se me hincharon y perdí en
seis meses dos colmillos y un diente. Ladraba flojo y perdí 10 libras…
Periodista:
Entonces, ¿se marchó?
SANDOKÁN.- ¡Qué va!, me tiré por el balcón. Un segundo piso directo
a la calle. Caí encima de un basurero. El viejo me obligó. Yo estaba cogiendo
fresco al lado de la puerta de la calle cuando el viejo venía a darme con una
pata del televisor ruso de la sala, me golpeó por el lomo; pero el segundo
golpe rebotó contra la pared y ahí me lancé por el balcón.
Periodista: ¿Por qué no lo atacó?
SANDOKÁN.- Usted está loco, ¡qué atacar ni que ocho cuartos! Yo era
un perro de 140 libras, un San Bernardo joven y vigoroso antes de la hambruna;
pero en esos momentos era sólo 25 libras de hueso y pellejo. Eso me salvó,
oíste; porque como pesaba poco, al caer no me di muchos golpes. Entonces salí <<echando>>.
Periodista: Sandokán,
nuestro veterinario le ha examinado concienzudamente y ha emitido un
diagnóstico acerca de sus dolencias, aquí está:
<<
Perro San Bernardo, con talla y peso
correspondiente a un Chihuahua de 1 año de edad. Arcadas dentarias desnudas con
gingivitis. Ojos con cataratas. Ciego casi totalmente. Pelambre débil y rala.
Fracturas óseas mal consolidadas en las cuatro patas que le hacen parecer un
garabato andante. Hemoglobina de 8 g/dl. Azúcar muy baja en sangre. Ladrido
débil e ininteligible, como el maullido de un gato.
Desde
el punto de vista psicológico, es un perro con un stress de “tres pares de
cojones” que ha desencadenado una paranoia perruna que le ha convertido en un
depredador urbano en potencia, aunque sin medios físicos para matar ni a una
mosca. Su psiquis vapuleada por el hambre y las contingencias, es proclive a
las alucinaciones visuales y auditivas, aunque priman las primeras: visualiza
grandes bandejas con exquisitos manjares. No posee olfato, esto le impide tener
alucinaciones olfativas.
A
punto de cumplir los 16, parece tener 20 años más; pero sigue en la lucha por
la supervivencia. Este es Sandokán, un perro de la calle. >> Los nacidos para la mala vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario